Cada terapia es única y el paciente y terapeuta la diseñan de manera conjunta para adaptarse a las necesidades de cada persona. La duración de la terapia también será personal; tú decides cuando comienzas y también cuando sientes que ya has aprendido lo que necesitabas.

A priori esto no lo podemos determinar, todo dependerá de lo que tú necesites. La terapia tiene varias fases: al principio nos veremos de manera más frecuente para crear la alianza de trabajo y dar solución a los síntomas relacionados con tu malestar. Las sesiones se irán espaciando a medida que te vayas encontrando mejor, hasta el momento del alta. Según tus necesidades y posibilidades estableceremos con qué frecuencia comenzaremos a vernos para que la terapia se convierta en una ayuda y no en otro elemento de estrés.

La terapia privada es un proceso voluntario y dependerá de cómo te sientas y de si consideras que necesitas apoyo para afrontar las dificultades asociadas a tu momento vital. 

Las emociones se expresan en el cuerpo a través de síntomas. Algunos de ellos nos resultan incapacitantes o difíciles de gestionar: la ansiedad, los problemas de sueño, la irritabilidad, la tristeza…etc. Cuando no atendemos o no sabemos procesar esas emociones el grado de estos síntomas suele agudizarse y el cuerpo comenzará a “gritar” cada vez más en busca de que atendamos esas emociones. La terapia es un espacio donde aprendemos a gestionar las emociones para que se conviertan en nuestras aliadas.

No está recomendado y puede resultar contraproducente para la persona. Acudir al psicólogo y al psiquiatra de manera simultánea sí que es compatible, o al psicólogo y a otro profesional de la salud.